Desde tiempos antiguos los caracoles se han usado con fines medicinales y posteriormente se utilizaron como alimento. En criaderos de caracoles se ha ido observando que durante el proceso de recolección que implica limpieza y manipulación del molusco, al contacto de los caracoles y sus secreciones con la piel, ésta quedaba tersa y suave. Además, sanaban rápidamente pequeñas heridas, sin infectarse y sin dejar cicatrices.
El análisis del extracto proteico de caracol revela que contiene alantoína, de acción cicatrizante; colágeno, componente esencial de la piel que previene la aparición de arrugas; elastina, que proporciona elasticidad a los tejidos cutáneos; ácido glicólico, como regulador de los mecanismos de descamación y sustancias antibacterianas naturales de gran efectividad contra los tipos de bacterias más comunes encontradas en las infecciones de la piel humana.
La baba de caracol tiene un alto grado de eficacia en la atenuación de manchas en la piel, estrías, arrugas, seborrea, acné, contorno de ojos, quemaduras y cortes en la piel.
Es una crema excelente de absorción ultra rápida y de aplicación a cualquier hora del día. Su efecto protector, reparador, hidratante y nutritivo se siente en la piel durante todo el día.